Nexo Europa (nº 207) - La gran sombra americana
Es viernes y este es el número 207 de Nexo Europa, la newsletter de actualidad y análisis de asuntos europeos. Es el último número antes de la pausa veraniega. La próxima newsletter será la del primer viernes del nuevo curso, es decir, el 6 de septiembre.
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Hoy es el día de la gran inauguración de los Juegos Olímpicos, pero la noticia del día está siendo el sabotaje a la red nacional de la SNCF, la red de ferrocariles franceses.
La gran sombra americana
La decisión de Joe Biden de abandonar la carrera presidencial ha marcado buena parte de la semana. ¿Cambia algo realmente para la Unión Europea? No mucho, la verdad. La victoria de Donald Trump en noviembre se estaba dando casi por descontado en Bruselas, y lo que hace este movimiento, en todo caso, es aumentar la esperanza a este lado del Atlántico de que todavía haya alguna oportunidad, por remota que sea, de que los demócratas ganen las elecciones presidenciales.
Parece claro ya que la candidata será la actual vicepresidenta, Kamala Harris. ¿Opiniones sobre Harris en Bruselas? No demasiadas, pero las suficientes: todo el mundo esperaría que, de vencer, siguiera una política continuista respecto a la de Biden en los asuntos clave para la Unión Europea, especialmente en lo que se refiere a Ucrania. Y eso es suficiente para que en la capital comunitaria tengan cristalino cuál es su candidato preferido en noviembre. Todo el mundo conoce ya a Trump de su primera etapa en la Casa Blanca, y la única discusión que hay en la ciudad es si este segundo mandato sería igual que el primero, es decir, malo, permanentemente al borde del ataque de nervios, o si sería peor que esos primeros cuatro años.
Ahora mismo la estrategia es mantener cara de póker. Esta semana en Bruselas todo el mundo ha insistido en la misma idea: somos dueños de nuestro destino, trabajaremos con calma y con profesionalidad con el que sea que salga elegido por los americanos. “Lo que tenemos que tener claro los europeos es que nuestro destino está en nuestras manos y somos nosotros los que debemos tomar nuestras decisiones”, explicaba el lunes José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores español. Por su parte, el francés Stéphane Séjourné subrayaba que “no hay cambio” en la estrategia europea porque “Europa defenderá sus intereses, no importa ante qué administración americana”.
Pero, obviamente, el destino de Europa no es autónomo del de los Estados Unidos. Hay preocupación en muchos frentes. Uno de ellos, obviamente, es la posible retirada de apoyo financiero y militar de una administración Trump a Ucrania. Pero hay más: la época de las turbulencias comerciales de su primer mandato o las permanentes amenazas a los aliados de la OTAN volverían sin lugar a dudas a ocupar a la Unión Europea y a la cúpula de la Alianza Atlántica.
Esta semana mi compañero Lucas Proto y yo hemos recorrido en El Confidencial varias décadas de política americana respecto a Europa y la Unión, para entender de dónde venimos (cuando Europa era importante al ser el escenario central de la Guerra Fría) y hacia dónde vamos (unos políticos americanos que, por su experiencia política y profesional, cada vez tienen menos contacto y menos visión de Europa). En 1994 el líder de la mayoría republicana decía que no necesitaba viajar a Europa porque ya había estado una vez. De ahí parte la larga estirpe de políticos aislacionistas que ahora representa el candidato a vicepresidente JD Vance.
Trump no tiene una visión de Europa. Solamente entiende una cosa: como ya dijo en su momento, ve a la Unión como un “enemigo”. Su esfuerzo se va a centrar en dividir a la UE. Es la manera más sencilla de imponer su visión y sus exigencias. Un grupo de países desorganizados que intentan salvar el cuello en una corte dominada por un rey loco. Los Veintisiete tienen unos meses por delante para prepararse para ese escenario. La única receta para afrontar a Trump consiste en una fórmula con dos ingredientes: unidad y flexibilidad.
Unidad. La Unión Europea tiene que intentar hablar con una sola voz con Trump, proteger una postura común en los asuntos fundamentales, de China al comercio, de Ucrania a la política de seguridad y defensa. Puede haber discusiones internas, puede haber debates peliagudos, pero una vez alcanzado un equilibrio los Veintisiete deben mantenerlo hasta el final. En manos de Trump la administración americana va a buscar cualquier división que haya en el bloque y va a intentar explotarla al máximo. Como os podéis imaginar, mantener la unidad cuando hay un socio dentro del club, Hungría, que está dispuesta a hacer el trabajo sucio a cualquier futura administración Trump va a ser difícil.
Flexibilidad. Bruselas y las capitales tendrán que volver a aplicar los aprendizajes del primer mandato. Algunos lo han expresado de esta forma: tomarse en serio las palabras de Trump, pero no de manera literal. Y para eso, obviamente, hay que ser flexible. Hay que tener paciencia para intentar hacer ver al republicano que se está cumpliendo lo que él pide sin que necesariamente se pase por completo por el aro que él pone delante.
¿Y por qué estamos hablando de esto? Es bueno estar preparados para la llegada de Trump, pero seamos claros: la retirada de Biden no hace más probable su vuelta a la Casa Blanca. El consenso es que Harris tiene más opciones contra Trump de las que tenía el actual presidente estadounidense. Sin embargo, parece como si la decisión de dar un paso a un lado por parte de Biden hubiera hecho saltar las alarmas. Quizás lo ha hecho en otros lugares, pero no demasiado en Bruselas, donde desde hace tiempo se trabaja asumiendo que el escenario principal es que Trump es el favorito para ganar en noviembre.
Reveses italianos
Ya sabéis que la semana pasada Fratelli d’Italia, el partido de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, votó en contra de Ursula von der Leyen para presidir la Comisión Europea. Es, probablemente, el mayor error de cálculo que ha realizado la líder transalpina en el plano europeo desde que se convirtió en primera ministra. Hasta ese momento la estrategia podía tener cierto sentido, porque como recordaréis, Meloni había sido excluida de la negociación entre líderes europeos para la elección de la cúpula institucional de la Unión. Casi todo el mundo consideraba que Roma tenía cierto motivo para estar cabreada.
Pero entonces llegó el Consejo Europeo clave. Meloni se abstuvo en la nominación de Von der Leyen, votando en contra de la elección de António Costa como presidente del Consejo Europeo y de Kaja Kallas como Alta Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad. Desde el entorno de la alemana se consideraba que ahora había tiempo para reconstruir los puentes y volver a entablar una buena relación con Italia. La abstención parecía indicar que la líder de Fratelli d’Italia también podía estar abierta a ello, aunque la versión oficial era que no había votado en contra porque dentro de su Gobierno se encuentra Forza Italia, que pertenece al Partido Popular Europeo (PPE) de Von der Leyen.
Sin embargo, la semana pasada y tras muchos días sin aclarar el sentido de su voto, FdI votó en contra. La votación era secreta y el partido de Meloni podría haber sido más o menos ambiguo, pero sin embargo Nicola Procaccini, el hombre de la primera ministra en la Eurocámara, explicó que habían votado en contra. En la visión que Von der Leyen tiene de Europa es difícil dirigir la Unión Europea sin el apoyo de los cinco grandes Estados miembros, por lo que probablemente esté dispuesta a tragarse el orgullo y tratar de reestablecer las relaciones con Roma, pero, ¿podrá seguir siendo igual?
El problema para Meloni es que la realidad es que hasta ahora Bruselas (y por Bruselas nos referimos particularmente a Von der Leyen) ha tenido una manga muy ancha con ella. Se le ha tendido la mano en la cuestión migratoria y la alemana ha mirado hacia otro lado en toda la deriva interna contra los derechos de las mujeres, el colectivo LGTBIQ+ y también contra los medios de comunicación. ¿De verdad podía esperar más Meloni? Esa es la gran pregunta. Lo máximo a lo que podía aspirar la primera ministra era a retener y quizás consolidar ese rol de fuerza aceptada dentro de la Unión Europea a pesar de que FdI ha sido siempre un partido radical al que ahora se le considera relativamente centrado. Muchas de sus bases siguen flirteando con las posiciones del neofascismo, y, sin embargo, Meloni ha sido clasificada como “pro-europea” por parte de Von der Leyen durante la campaña.
Ahora queda ver cuáles son los efectos de este movimiento. Si el verano ayuda a calmar los ánimos y hace que en septiembre se intenten resetear las relaciones o no. Probablemente Meloni espere que sea Von der Leyen la que mueva fichas: la que a pesar de la ofensa, del voto contrario en la Eurocámara, ofrezca a Roma un portfolio importante en la próxima Comisión Europea, quizás una vicepresidencia. Ya sabéis que, aparentemente, Italia quería una vicepresidencia encargada de “desburocratización”. Depende de Von der Leyen hacer que esa cartera tenga poder o no, si es que se la ofrece. La experiencia indica que la alemana intentará retener a Roma cerca del núcleo duro de la Unión, que evitará que la cosa vaya a más y que Italia empiece a ser un socio poco constructivo en el Consejo de la Unión Europea.
Cajón de sastre…
“Tregua política”: seguiremos sin Gobierno en Francia a pesar de que el Nuevo Frente Popular ya tiene un candidato de consenso para Matignon después de que Emmanuel Macron, presidente francés, haya declarado una “tregua política” durante la celebración de los Juegos Olímpicos de París, que han comenzado este viernes. Por ahora los intentos de Macron de mantener el control de la situación están fracasando: intentó que su primer ministro en funciones, Gabriel Attal, dirigiera las negociaciones entre los partidos “centristas”, desde los conservadores Les Républicains hasta el Partit Socialiste, pero el PS se ha mantenido con el bloque del NFP, que este martes propuso a la desconocida Lucie Castets como candidata a primera ministra.
Ucrania: el Consejo de Asuntos Exteriores celebrado este pasado lunes 22 de julio en Bruselas fue la última reunión ministerial que teníamos en calendario antes del parón de agosto. Los ministros discutieron fundamentalmente sobre la situación en Ucrania, con un frente estabilizado y con la perspectiva de que una victoria republicana en las presidenciales americanas pueda provocar un auténtico terremoto en las estructuras de apoyo occidental a Kiev. En la capital comunitaria empiezan a “perder la esperanza” con que Budapest vaya a desbloquear los 6.600 millones de euros del Fondo Europeo para la Paz (EPF) destinados al apoyo militar a Ucrania, para frustración del resto de Estados miembros.
“Señal” a Budapest: finalmente el Consejo de Asuntos Exteriores informal que estaba previsto que se celebrara a finales del mes de agosto en Budapest tendrá lugar en Bruselas. Ese ha sido el modo que ha encontra Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, de enviar “un mensaje” al Gobierno húngaro después de los viajes realizados por el primer ministro magiar, Viktor Orbán, que visitó Moscú y Pekín en una autodenominada “misión de paz” que ha provocado mucho enfado en el resto de capitales.
Hungría se queja: tanto Hungría como Eslovaquia han logrado que en las sanciones europeas para intentar dañar la economía rusa se permitiera a ambos países seguir importando productos petrolíferos de Lukoil a través de Ucrania. Pero hace poco Kiev ha cortado el grifo y el crudo ha dejado de cruzar el país. Budapest y Bratislava han presentado una queja, pero por lo pronto la Comisión Europea, que tiene las competencias en política comercial, señala que necesita más tiempo. Ha habido una reunión a nivel técnico esta semana en la que Hungría y Eslovaquia han encontrado menos respaldo del que quizás esperaban (aunque, sinceramente, viendo que hay 6.600 millones bloqueados quizás no deberían sorprenderse demasiado).
Cordón sanitario (segunda edición): si la semana pasada se escogió a la presidenta del Parlamento Europeo, a los 14 vicepresidentes y a los cuestores, esta semana ha sido el turno de presidentes y vicepresidentes de las distintas comisiones parlamentarias. El resto de grupos políticos han mantenido el cordón sanitario contra los “Patriotas”, el grupo liderado por el Fidesz de Viktor Orbán y el Rassemblement National de Merine Le Pen, y contra los “Soberanistas”, el grupo dominado por Alternativa para Alemania (AfD). Las redes de la oficina del Parlamento Europeo en España hicieron un completísimo hilo en el que encontraréis a todos los españoles presentes en las distintas comisiones parlamentarias.
Informe del Estado de derecho: esta semana la Comisión Europea ha publicado su quinta edición del informe de situación del Estado de derecho en la Unión Europea. Ya habréis leído cosas del capítulo de España, en el que Bruselas celebra los avances respecto al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), cuya renovación se acordó precisamente en la capital comunitaria, pero criticando también algunas declaraciones de miembros del Gobierno respecto a jueces. Podéis ampliar información en el artículo de El Confidencial. En el capítulo dedicado a Italia el Ejecutivo comunitario alerta sobre la situación de la prensa en el país, especialmente ante los recortes que está sufriendo la Rai y las presiones a las que ha sido sometida la televisión pública (de las que hemos hablado aquí en alguna ocasión). “Expresamos nuestra preocupación en relación con la independencia y la financiación de los medios de comunicación de servicio público, y pedimos a las autoridades que aborden la situación”, señaló Vera Jourová, vicepresidenta de la Comisión Europea, en una rueda de prensa este miércoles.
Actividad en la Eurozona: esta semana hemos conocido el resultado del Índice compuesto de gestores de compras de S&P Global (el PMI, como solemos referirnos a él) y, aunque se ha situado por encima de los actuales 50 puntos (a partir de ese número indica que los gestores esperan una expansión de su actividad, lo que sirve de termómetro para ver hacia dónde se dirige la economía de la Eurozona) se ha quedado lejos de los 50,9 puntos esperados: se ha limitado a crecer hasta el 50,1. Prácticamente estancado debido a que los datos en Alemania indican una contracción de la actividad. El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) tendrá que tenerlo en cuenta en su decisión sobre cómo proceder con los tipos de interés, con el consenso de los economistas esperando un recorte más antes de finales de año.
Recuerdo chipriota: hace medio siglo que arrancó uno de los principales conflictos no resueltos en territorio europeo. El 20 de julio de 1974, a las 5:20 de la madrugada, Turquía invadió el norte de Chipre, dejando a la isla dividida desde entonces. Pocos días antes la junta militar en Atenas había puesto en marcha el plan para anexionar la isla a Grecia. Esta semana los chipriotas griegos del sur han lamentado medio siglo de división, mientras que los turco-chipriotas celebraron lo que consideran una liberación con la visita del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. “Los chipriotas merecen vivir en un país reunificado en condiciones de paz, coexistencia, estabilidad y prosperidad. La cuestión de Chipre es europea. Seguiremos apoyando firmemente a Chipre en los esfuerzos por reunificar el último Estado miembro dividido de la UE, de conformidad con las Resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad de la ONU”, escribió esta semana Ursula von der Leyen en redes sociales. Desde que en 2017 colapsaron las negociaciones no se ha puesto en marcha nuevos esfuerzos por resolver el conocido como “problema chipriota”.
¿Puede Europa resolver la crisis de la vivienda?: ya sabéis que como parte de sus promesas para ser elegida la semana pasada por el Parlamento Europeo, Von der Leyen señaló que nombraría a un comisario que tendría entre sus responsabilidades un portfolio dedicado a la vivienda, y al que encargaría un Plan de Acción de Acceso a la Vivienda. Era un compromiso con la bancada de los Socialdemócratas (S&D). Pero, ¿qué puede hacer realmente la Comisión en materia de vivienda? En realidad bastante poco. Lo revisamos en este artículo de El Confidencial. Yo apuesto por tres posibles medidas: un aumento de la llegada de fondos europeos para proyectos destinados a paliar la pobreza energética a través de renovaciones y proyectos de mejora de la eficiencia energética (algo que ya se hace, pero que se podría potenciar), un aumento del rol del Banco Europeo de Inversiones, que ya invierte en vivienda social, y una modificación de las reglas de ayudas de estado para permitir que los Estados miembros inviertan más en vivienda, no ya únicamente para las clases más vulnerables, también para la clase media. Este último punto ya lo han solicitado siete Estados miembros, entre ellos España. Pero lo cierto es que Von der Leyen asume un riesgo alto, quizás innecesario. Si la crisis no se resuelve (y no hay motivo para pensar que se va a resolver pronto), las autoridades locales y nacionales (que son realmente las que tienen las competencias para hacer algo) podrán excusarse ante los votantes y explicar que el fracaso en realidad es de la Comisión Europea.
Los empleos de los jóvenes europeos: los jóvenes de toda la Unión Europea cada vez tienen más claro que valoran un equilibrio sano entre su vida privada y su trabajo. Esta semana en El Confidencial se ha publicado un largo artículo sobre ello en colaboración con varios medios que participan en la red PULSE. "No es falta de ambición, es ser inteligente": los jóvenes europeos reclaman empleos que no les absorban, en El Confidencial.
Hoekstra es el elegido: el primer ministro de Países Bajos, Dick Schoof, ha anunciado esta semana que nomina a Wopke Hoekstra, antiguo primer ministro de Finanzas holandés durante la crisis del coronavirus y el actual comisario holandés, como candidato para ser miembro del colegio de comisarios durante el próximo lustro. “Esto convierte a los Países Bajos en un fuerte candidato para una cartera sustancial”, escribió Schoof. ¿Es así? ¿Premiará Von der Leyen a La Haya, un socio fundador pero que no deja de tener un Gobierno dominado por la extrema derecha euroescéptica? Es cierto que Hoekstra no es miembro de ningún partido que forme parte del Ejecutivo de Schoof, y es precisamente por eso por lo que lo elige el primer ministro holandés: porque es un político del Partido Popular Europeo (PPE) que puede generar menos resquemores en el equipo de Von der Leyen.
Reforma constitucional: los socialdemócratas (SDP), liberales (FDP), verdes (Grüne) y los democristianos (CDU/CSU) han acordado modificar la Ley Fundamental alemana para garantizar la independencia del Tribunal Constitucional germano, conocido como Karlsruhe (la ciudad en la que se sitúa), y cuyo rol de corte independiente es sacrosanta en la política alemana. El temor de las fuerzas políticas centristas alemanas es que el AfD alcance alguna vez los números que puedan poner en riesgo la independencia del tribunal. El ministro alemán de Justicia, Marco Buschmann, ha señalado que con esta modificación el tribunal “ya no estará sometido a la buena voluntad del legislador para mantener su independencia y su estructura”.
Scholz 2025: el canciller alemán, Olaf Scholz, líder del SPD, se presentará a la reelección en las elecciones federales que se celebrarán en septiembre de 2025, a pesar de que su partido, los socialdemócratas, y su figura en particular, han sufrido una importante caída en popularidad. El canciller confía en “darle la vuelta” a la situación antes de las próximas elecciones. La CDU/CSU se mantiene estable en el 31%, seguida de la extrema derecha de AfD con un 17% y del SPD, con el 15%. Los Verdes se sitúan justo por detrás, con un 11% de los votos. La que está creciendo a una gran velocidad es BSW (Bündnis Sahra Wagenknecht), literalmente “Alianza Sahra Wagenknecht”, el nombre de la líder, que se escindió el año pasado de Die Linke (izquierdistas) con un discurso muy duro contra la inmigración. El BSW, que empezó acaparando el 4% de la intención de voto en las encuestas, ya va por el 9%. El FDP se encuentra en el límite del umbral, con un 5% de intención de voto.
Relaciones con Siria: en 2011 comenzó una brutal guerra civil en Siria en la que Bashar al-Assad, gracias al firme apoyo de Rusia e Irán, ha logrado masacrar a la oposición democrática al régimen. Desde el inicio del conflicto la Unión Europea tiene rotas sus relaciones con Damasco, pero en los últimos tiempos han crecido las voces que piden volver a revisar la política europea hacia el régimen de Al-Assad. Austria, Italia, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Grecia, Croacia y Chipre piden una revisión de la estrategia europea acordada en 2017, cuando los Veintisiete (entonces Veintiocho) acordaron una hoja de ruta que buscaba una transición política en Damasco que ahora pertenece al mundo de la ficción. Por supuesto, hay que tener en cuenta que el interés de muchos países por recomponer las relaciones con Siria tiene una vertiente bastante siniestra: desde hace tiempo algunos países del entorno o bien Estados miembros contrarios a la recepción de inmigrantes o refugiados, llevan empujando para lograr retornos de estas personas al territorio sirio. Es algo que ha deslizado Chipre y por lo que aboga Líbano. De hecho, Beirut ya ha hecho deportaciones de refugiados cuyos documentos habían expirado. Por supuesto, Siria no es para nada un país tercero seguro, menos todavía para solicitantes de asilo que huyeron del país hace años y que el régimen amenaza con torturas, desapariciones y asesinato.
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