Nexo Europa (nº 224) - ¿Seguirás siendo proeuropeo?
Es viernes y este es el número 224 de Nexo Europa, la newsletter de actualidad y análisis de asuntos europeos. No es normal que llegue a vuestro correo durante la etapa vacacional, pero bueno, será el espíritu navideño. Es el último número de 2024 y volveré (ahora sí) el próximo viernes 10 de enero. Hoy vengo en todo caso con un número bastante más filosófico que informativo (porque la verdad es que no está ocurriendo demasiado).
Antes de empezar, un mensaje (que ya conocéis):
Nexo Europa necesita vuestra ayuda para seguir adelante. Por eso llevo tiempo pidiéndoos que hagáis compromisos de pago para el futuro (eso significa que os comprometeréis a pagar cuando active las suscripciones de pago, algo que todavía no he hecho y que no haré hasta que lleguemos a un número mínimo). Sé que pagar por contenido online es difícil, pero muchos de vosotros ya estáis viendo lo que ocurre cuando dejamos la información y el análisis en manos de cuentas de redes sociales anónimas.
Para que esta newsletter siga siendo sostenible y podamos mantenerla, necesitamos que pinches en Pledge your support o pinches aquí. Si no consigues hacer el compromiso de pago, quizás puedes resolverlo siguiendo las instrucciones que doy al final de este post. Otra opción es escribirme a nexoeuropa.newsletter@gmail.com e intentaré ayudarte.
¿Seguirás siendo proeuropeo?
Hace poco hablaba con algunos compañeros, entre ellos con Laura Zornoza, mi compañera de nuestro podcast ‘¿Y las europeas?’, sobre el difícil futuro que tiene por delante el concepto “proeuropeo”. Considerarse proeuropeo era una cosa relativamente cómoda para los sectores progresista y para conservadores que buscaban diferenciarse de los reaccionarios, aferrándose a la tradición democristiana europea. La idea de un futuro supranacional, de una Europa unida y en paz, era atractiva para muchos, especialmente aquellos que sienten una desconfianza profunda por el nacionalismo.
La realidad es que las elecciones europeas de 2024 han consagrado el giro a la derecha que llevamos viendo desde hace tiempo a nivel nacional. El Parlamento Europeo es hoy una cámara mucho más fragmentada y conservadora. Eso se suma a Gobiernos europeos mucho más derechistas, que han nominado a comisarios más conservadores, algo que también tiene su reflejo en las reuniones de ministros del Consejo de la Unión Europea. En otras palabras: la Unión Europea está haciéndose más de derechas.
El Brexit fue un punto de inflexión porque los euroescépticos duros se dieron cuenta de que el proceso de salida de la Unión Europea es increíblemente dañino. Desde entonces han comenzado un proceso de transformación que les ha llevado a una postura determinada: no niegan la necesidad de la existencia de la Unión, pero buscan alinearla con su visión de los grandes debates, al mismo tiempo que buscan que no intervenga para nada en el terreno nacional. No se trata únicamente de una retirada de Europa, es decir, de un aumento del poder de los Estados miembros en absolutamente todos los campos.
Viktor Orbán, el autoritario primer ministro de Hungría, es un caso algo extremo, así que probablemente no sea el mejor ejemplo (aunque, incluso él, busca sencillamente usar la Unión en su propio beneficio, sin negar que deba existir, y ni mucho menos atreverse a sacar al país del club comunitario). Pero mirad a Giorgia Meloni, primera ministra italiana. Su relación con Bruselas es muy buena, especialmente con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y se está esforzando en intentar mover al resto de la Unión a sus postulados en inmigración. Y como sabéis los que leéis habitualmente esta newsletter, por ahora lo está consiguiendo.
Von der Leyen, a pesar de los numerosos reveses judiciales que el ‘plan albanés’ de Meloni ha sufrido en Roma y que demuestra su debilidad legal, sigue insistiendo en la idea de construir centros de deportación fuera de la Unión Europea. Muchos ven con cierta ansiedad cómo Von der Leyen, una figura aparentemente moderada de la derecha europea, con fuertes vínculos con Los Verdes e incluso con los socialdemócratas europeos, se lanza al vacío con una de las ideas más radicales del Gobierno ultraconservador de Meloni. Pero es un reflejo del giro a la derecha de la Unión. Y eso me lleva a mi pregunta inicial.
Si la Unión Europea empieza a asumir postulados de derechistas, ¿qué ocurrirá con los proeuropeos clásicos, tradicionalmente vinculados a los sectores progresistas, liberales y democristianos? ¿Considerarán ahora que las nuevas políticas europeas son ilegítimas? ¿Se convertirán en los nuevos euroescépticos una vez que los viejos euroescépticos se han hecho con el poder? ¿Si la Unión Europea se convierte en un instrumento para la aplicación de la visión de la derecha dura en determinadas cuestiones, como por ejemplo un rol mucho más activo y duro de Frontex, deja de cumplir con su función original y, por lo tanto, pierde su sentido?
Este proceso de derechización de la Unión Europea es el resultado natural de dos cosas: que ultraconservadores y extrema derecha han aceptado la legitimidad de la Unión como proyecto político (a raíz del Brexit, como explicábamos), y que al mismo tiempo han empezado a ganar elecciones en los Estados miembros. Sobre el primer proceso, la pregunta que quizás deberíamos plantear es, ¿preferirían los moderados una lucha a muerte entre aquellos que quieren destruir la Unión y los que quieren ampliarla y reforzarla, aunque se corra el riesgo de perder ese pulso? La alternativa es una UE que, como ocurre con los Gobiernos nacionales, irá pendulando en una dirección u otra.
Hemos hablado durante muchos años sobre las bondades de la politización de la Unión Europea. Indudablemente, tendría algunos efectos negativos, como por ejemplo una mayor crispación a nivel europeo, donde el debate político siempre ha sido bastante pausado y tranquilo. Ya estamos viendo algunos de esos efectos negativos con una Eurocámara mucho más fragmentada y en la que cada vez se ven más dinámicas de enfrentamiento que vemos en algunos parlamentos nacionales.
Los efectos positivos, se suponía, serían que los europeos sentirían la Unión Europea como algo más propio, y por lo tanto se implicarían más en ella, con la aparición de un demos europeo. Quiero ser optimista y pensar que ya estamos viendo un poco de ambas cosas, aunque la realidad es que por ahora estamos teniendo algunos de los efectos positivos y me cuesta encontrar los efectos positivos, aunque sí creo que la ausencia de una amenaza directa e inmediata a la existencia de la Unión es una muy buena noticia.
Como veis, no estoy dando respuesta a mis preguntas porque la realidad es que no las tengo. Pero dedico bastante tiempo a pensar en ello últimamente. Que la Unión Europea se derechice porque la mayoría de ciudadanos europeos piensan que es lo que debe ocurrir es totalmente legítimo. Podríamos decir, incluso, que es natural y deseable. Y lo correcto sería que los proeuropeos clásicos se vuelven en intentar que Europa vuelva pendular hacia su visión particular del proyecto europeo, que dista mucho de ser el proyecto reaccionario que persiguen algunos, y, por supuesto, nada tiene que ver con desmontar la Unión para reducirla a un espacio de libre comercio, como buscan los más radicales.
Mi problema fundamental con esta batalla es que no es justa. Todo esto no va acompañado de una democratización del control del timón de la Unión que tenga un vínculo más directo con la ciudadanía europea. El europeo se trata de un proyecto del que, indudablemente, los Estados miembros son los dueños. Pero esta ‘politización asimétrica’ puede generar problemas importantes en el futuro. Si la dirección que toma la Unión depende de un debate europeo real, con un demos europeo, una conversación verdadera, una discusión política con raíces y un espacio común, entonces me parece que todos habremos ganado. Habrán ganado, incluso, los progresistas, por mucho que la Unión se derechice, porque significa que estará consolidándose la idea política de un destino común de Europa.
El problema es que eso no es lo que está ocurriendo. El debate europeo es inexistente, la derechización de la Unión está respondiendo a un proceso puramente nacional en el que, para empeorar las cosas, la UE se usa en las campañas electorales como hombre de paja. ¿La derechización del Parlamento Europeo ha respondido a una campaña europea común en la que los ciudadanos han votado que la UE tenga políticas migratorias más duras? Lo dudo mucho.
Hasta aquí mi pequeña reflexión navideña. Espero que, los que tengáis vacaciones, estéis descansando y disfrutando de unos días de descanso. Si estás al pie del cañón te envío ánimos.
Cajón del sastre
Nuevo Gobierno francés: el primer ministro francés, François Bayrou, ha desvelado un Gobierno conformado fundamentalmente por ‘pesos pesados’ del macronismo y centristas, en el que Eric Lombard ha sido escogido ministro de Finanzas. Ya sabéis, porque lo hemos comentado aquí, que el trabajo de Lombard será muy difícil: la situación fiscal de Francia es grave, y el país debe hacer un ajuste muy importante que ya hizo caer el Gobierno del conservador Michel Barnier. Varios de los ministerios clave van a seguir en manos de los miembros del gabinete de Barnier, entre ellos por ejemplo el polémico ministro de Interior, Bruno Retailleau. Bayrou también ha escogido al polémico exministro del Interior, Gérald Darmanin, como nuevo ministro de Justicia. Como veis, hay muchos nombres conocidos (muchos de ellos de anteriores Gobiernos bajo la presidencia de Emmanuel Macron, como por ejemplo es la ex primera ministra Élisabeth Borne, que vuelve como ministra de Educación) y que consolida la identidad conservadora del gabinete de Bayrou.
Viszlát Hungría, cześć Polonia: en unos días terminará la presidencia húngara del Consejo de la Unión Europea, que nos ha dejado bastantes momentos de esperpento pero muy poca cosa a efectos reales, y daremos la bienvenida a la presidencia polaca, que correrá hasta finales de junio de 2025. Varsovia pone sobre la mesa una agenda totalmente enfocada en la seguridad en distintos ámbitos (seguridad económica, militar, tecnológica…). Aunque la presidencia húngara haya estado en marcha durante toda esta nueva legislatura, la realidad es que esta presidencia polaca será la primera efectiva. Si queréis saber más sobre las prioridades polacas o su agenda, podéis entrar en su web.
Nuevo sabotaje: hablando de seguridad, esta semana un clave de electricidad entre Finlandia y Estonia ha sufrido un incidente que, según el encargado de la red eléctrica finlandesa, Arto Pahkin, no puede descartarse que sea un sabotaje. Las autoridades finlandesas han detenido al Eagle S, lo que se conoce como la “flota fantasma” rusa en el mar Báltico. La embarcación, que transportaba petróleo ruso a Egipto, pasaba justo por la zona donde ocurrió el incidente en el momento en el que se detectó el fallo. “El incidente de ayer (por el miércoles) con los cables submarinos en el Mar Báltico es el último de una serie de presuntos ataques a infraestructuras críticas. Elogiamos a las autoridades finlandesas por su rápida actuación al abordar el buque sospechoso. Estamos colaborando con las autoridades finlandesas en la investigación en curso. Nos solidarizamos plenamente con Finlandia, Estonia y Alemania”, escribieron en un comunicado conjunto Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Kaja Kallas, Alta Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad.
Magdeburgo y el futuro de Alemania: el atentado de Magdeburgo, cuando Taleb al-Abdulmohsen, un disidente saudí, mató a cinco personas e hirió a 200 en el mercadillo navideño de dicha ciudad alemana, está marcando todo el debate nacional, y promete ser un elemento central de la campaña de las elecciones federales de febrero de 2025. El ataque se produjo horas después de que Elon Musk, el magnate americano cercano a Donald Trump, mostrara su apoyo a Alternativa para Alemania (AfD). El atentado llevó a que las redes sociales se llenaran de mensajes criticando la política de puertas abiertas de Alemania durante la etapa de Angela Merkel y se usara como argumento para votar por AfD. Horas después se supo que al-Abdulmohsen había mostrado simpatías por el partido de extrema derecha y que acusaba a la élite política alemana de estar impulsando la islamización de Europa. La imagen confusa del atacante ha hecho que la tradicional instrumentalización que se hace de estos incidentes esté siendo un arma de doble fila. Los democristianos de la CDU, los socialdemócratas del SPD y los liberales del FDP, han pedido pausar el debate y evitar usar el atentado en el marco de las elecciones.
Las presidenciales rumanas: ya sabéis que hemos vivido un terremoto con epicentro en Bucarest, después de que a principios de diciembre se anularan las elecciones presidenciales rumanas por la desestabilización rusa que había puesto al candidato prorruso Călin Georgescu al borde de la victoria. El Consejo de Seguridad Nacional publicó documentos sobre la campaña de Georgescu que hizo que el Constitucional rumano acabara anulando tanto la segunda como la primera ronda de los comicios. Ahora el sector proeuropeo busca reorganizarse, y el nuevo Gobierno, liderado por el socialista Marcel Ciolacu, y conformado también por conservadores y por el partido de la minoría húngara (UDMR) ha escogido al veterano democristiano Crin Antonescu, que en el pasado fue líder del PNL (del Partido Popular Europeo) como el futuro candidato a las elecciones presidenciales cuando estas se vuelvan a celebrar.
Visita a Putin: Robert Fico, primer ministro eslovaco, se ha reunido con Vladimir Putin, presidente ruso, siendo el segundo líder europeo que recientemente se ha visto con el líder del país invasor de Ucrania, después de que el autoritario primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, viajara a Moscú al inicio de la presidencia húngara del Consejo de la Unión Europea.
Protestas en Serbia: miles de ciudadanos se han lanzado a las calles de Belgrado para denunciar la responsabilidad del Gobierno del SNS y de su presidente, Aleksandar Vučić, en el accidente en la estación de ferrocarriles de Novi Sad, al norte del país, que la semana pasada le costó la vida a 15 personas después de que se desplomara un techo que había sido recientemente renovado. Las protestas están siendo lideradas por los estudiantes de la universidad de Belgrado. Para los manifestantes, el accidente es una muestra de los efectos reales que tiene la corrupción y el nepotismo del régimen de Vučić.
Atravesar el invierno: el discurso inaugural de Maia Sandu, presidenta de Moldavia, se ha centrado en el hecho de que el país tendrá que salir adelante con un “invierno duro”. Sandu ganó las elecciones presidenciales frente a un candidato apoyado por los tradicionales sectores prorrusos del país, y lo hizo por el voto de la diáspora moldava, con fuertes simpatías por la visión proeuropea de la presidenta de la república. Las palabras de Sandu se deben a la amenaza por parte de Moscú de cortar la llegada de gas al país. Las relaciones entre el Kremlin y Chisináu se han complicado especialmente desde la llegada al poder de Sandu, con una plataforma proeuropea que ha acercado al país a la Unión Europea.
Regreso de los De Gréce: diez miembros de la familia real griega, entre ellos los herederos de Constantino, rey de Grecia hasta que en 1974 un referéndum estableció la tercera república helénica, han recuperado la nacionalidad griega y han prometido lealtad a la república, escogiendo como apellido “De Gréce”, de Grecia en francés, algo que ha generado críticas en algunos sectores de la izquierda griega. “Es con profunda emoción que, después de treinta años, volvemos a tener la ciudadanía griega”, han señalado los miembros de la familia real en un comunicado.